viernes, 25 de octubre de 2013

Salas correctamente adaptadas

¡Hola, hola nuestros queridos Vaccei!

Aprovechando que la anterior entrada versó sobre la accesibilidad sensorial y su aplicación en el cine, y dado que mañana se entregan los premios de la Seminci, y que media España ha estado haciendo cola para disfrutar del cine a 2,90 €; hoy continuaremos hablando de la accesibilidad, esta vez arquitectónica, refiriéndonos al cine, pero siendo aplicable al teatro, auditorios, y demás espacios públicos con usos similares.
La accesibilidad arquitectónica es la más “visible” y la que mejor se puede entender porque ¿quién no se ha pasado en mayor o menor medida un tiempo con la pata a la “virulé”, apañándose como ha podido con las muletas? Son momentos en los que se llega a sentir muchísima lástima por uno mismo pues se ve claramente que hay una confabulación universal en tu contra ya que hasta tu propio portal cuenta con dos escalones antes de llegar al ascensor “Que yo juraría, que no estaban ahí antes” y tu ciudad no es tan llana como creías “Vamos a ver ¿desde cuándo esta calle está en cuesta?”Pensamientos como estos o similares son probablemente compartidos también por la futura mamá con su bebé crecidito en su vientre, o los padres y abuelos con el niño ya en la silla y por qué no, por quienes trabajan en reparto (desde aquí nuestro apoyo incondicional al proveedor del Herminio´s).

Viñeta donde se representa la entrega de productos en un bar con muchas escaleras a la entrada. El repartidor con cara de cansado termina de transportar la carga mientras el camarero al otro lado de la barra le dice 'Hombre, si hoy sólo han sido tres viajes...'

Pero además de ser la más “visible,”la accesibilidad arquitectónica es la que cuenta con más leyes y ordenanzas para su correcto cumplimiento, dado que el número de usuarios es mayor (y no os queremos decir nada dentro de 40 años…). Bueno, pues aun así, estas leyes y ordenanzas siguen sin aplicarse o aplicándose sin criterio ni sentido común. Aunque a la vista de cómo funcionan las cosas en general no es de extrañar ¿no? El ejemplo más claro de la falta de sentido común que se puede encontrar en salas de cine, teatros, auditorios y un largo etcétera, y que pasa desapercibido si no se es usuario, está en la disposición de los espacios reservados en los patios de butaca. Estos espacios son obligatorios tanto para discapacidad física como para sensorial por ley desde 2003 en toda España, desde 1998 en Castilla y León y por ordenanza municipal desde 1995 en Valladolid.

Pues bien, los espacios para sensorial están aun por verse, y para física, aunque sí cuentan con ellos, tal y como los disponen quienes los proyectan, los colocan quienes los ejecutan y son dados de paso por quienes los supervisan (que no es como dicta la normativa, usualmente); suelen conllevar el quedarse triste y solo cual “Fonseca” en la última fila, o mejor dicho, en la “fila selfservice o sírvase usted mismo” pues está únicamente pensada para ir con la silla incorporada. Y cabe preguntarse ¿de verdad hay alguien que piense que los usuarios de silla de ruedas van sólo acompañados por otros usuarios de silla? ¿Es que se les imagina como un tipo de banda a lo Ángeles del Infierno, quemando rueda y ocupando el fondo sur? Porque tal y como disponen sus espacios, la fila entera vacía o sin tener una butaca al menos al lado del espacio reservado, así lo parece.

Viñeta donde se ve de frente el patio de butacas de una sala de cine en la que la última fila está formada por usuarios de silla de ruedas y estos aparecen representados en actitudes gamberras mientras el resto de usuarios del cine les miran mal

Con esta disposición lo que ocurre es que quienes van contigo, y ¡milagro! no son usuarios de silla, se han de colocar en la fila de delante de tí. Aunque también puede darse el caso de que tus amigos, pareja, etc, en un ataque de corporativismo, decidan quedarse contigo en la “sírvase usted mismo” sufriendo “en silencio” las virtudes terapéuticas de una silla de tijera facilitada para tal fin por una señorita “monisma”.

La verdad sea dicha, el mayor aliciente que tienen estas situaciones, (a parte del caso extra que te puede prestar la azafata) es, en la primera, que en caso de aburrimiento, te puedes pasar tooooda la película tirándoles palomitas, o soplándoles al cogote durante el concierto o similar y que, en teoría, si se produce una evacuación de emergencia, tú serías de los primeros en salir(sobre esto hablaremos en otra entrada), y en la segunda ; que tus acompañantes y sus respectivas posaderas seguro que quedan profundamente “sensibilizados” tras la experiencia.
Otra modalidad común de ubicación de los espacios para sillas, suele ser en la primera fila. De esta manera, el usuario y su o sus acompañantes, a parte de comerse la pantalla mientras se luxan una vértebra cervical, tienen el aliciente añadido de molestar al de detrás porque no se ha tenido en cuenta en la regulación de las gradas, que la altura de la silla es mayor que la de las butacas. ¿Estupendo, verdad?.
Por supuesto es lógico que si el recinto está dispuesto en grada, la colocación de los espacios reservados se haga cerca del acceso, que suele ser o arriba o abajo. Pero si en lugar de dejar la fila libre, se combinasen los espacios reservados con butacas, éstos estarían realmente integrados. De hecho, en Valladolid el Auditorio Miguel Delibes cuenta con ello en la última fila de la sala de cámara, pero no así en la de la sinfónica, ejem…
Además de estas soluciones, en las salas que no están en grada, se pueden integrar los espacios reservados colocándolos en los inicios o finales de fila. Es cierto que para ello se tendrá que dejar el espacio reglamentario para la maniobra de la silla, y que quizá en el cómputo total se traduzca en algunas butacas menos, pero gracias a eso se conseguirá una sala realmente adaptada para silla de ruedas, como lo es por ejemplo el patio de butacas del Teatro Zorrilla de Valladolid que a parte de cumplir correctamente la ley, tiene mayor número de clientes potenciales, que al fin y al cabo, es lo que interesa ¿no?

Viñeta en la que se ve el patio de butacas de un cine en grada y lateral. El usuario en silla de ruedas está solo en el espacio reservado para él detrás, mientras que su acompañante está sentado en la fila de delante. El primero le tira palomitas con cara divertida al segundo, mientras este resignado le dice 'Cuando te canses, si todavía quedan, me las pasas'

¿Y vosotros nuestros queridos vaccei? Como usuarios ¿cuál es vuestra experiencia? ¿Y como observadores? ¿Os habíais fijado?

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